PURA FARSA VITAL

 

    Tras una semana de absurdo trabajo en una oficina que huele a colonia barata, el aficionado escritor empieza a escribir a las tres de la tarde de un sábado en un mes de noviembre. 

   En principio no sabe muy bien qué historia escribir. Tan sólo quiere bañarse en un mar de palabras para, quizás, salir de la realidad más idiota y bacía. Aunque en más de una ocasión, ha soñado despierto en lograr vivir de lo que va escribiendo. Pero no es esa su finalidad.

En verdad desconfía de toda finalidad. 

  Pues, entre otras cosas, sospecha que esto de la vida es algo temporal, quizás un accidente sin demasiado sentido. Precisamente por eso le sirve (o cree que le sirve) escribir.

    Como decía Borges las palabras son metáfora. Metáforas que representan la realidad. Sin ir más lejos la palabra realidad, no es la realidad. Representa la realidad. Lo más segura es que, entre muchas otras cosas, la realidad no exista, que no deje de ser un concepto más. Un concepto cosido por palabras. Palabras que dan sentido a la realidad. O creemos que dan sentido a la realidad, pues si uno se pone a pensar nunca nada esta demasiado claro.

  Todo y nada es un juego. Y en cierto modo, todo el mundo escribe. Formando así historias en su cabeza. Historias que por otra parte, han sido sacadas (o disecadas) de la vida diaria. Vida diaria que ha sido fruto del azar.

Por cierto ¿la palabra azar ha sido fruto del azar?

  Quien más quien menos, se va contando su vida mientras la vive. O finge vivirla, ¿qué diferencia hay?

  Palabras, palabras, palabras como dice Hamblet mientras quiere atrapar a su tío para vengar la muerte de su padre, con una farsa teatral. I es que en verdad, quien más quien menos, todos estamos atrapados en una farsa teatral ¿O una farsa existencial?

  Pues eso...

Dani T. D. 22/10/2022