despiertan una vez más
entre obligaciones obscenas,
mientras sigue el ajetreo
de la realidad de afuera
envuelto en un decorado de feria resacosa.
Las prisas despeinan el destino
más idiota,
los banqueros vuelven a sus ataúdes,
los políticos se perfuman
con mentiras atractivas y
los grandes chorizos
controlan este mercadillo
que hace girar este mundo
falto de compasión.
Ridículos minutos
se van agrupando de sesenta
en sesenta,
mientras las manos empiezan
a despachar,
el cerebro procesa la información
que viene de la estratosfera,
los pulmones sueñan con
aires más festivos,
y el corazón, como cada ridículo lunes,
se pone a trazar un plan
para salir de esta podrida rutina.
Dani T. D. 21/10/2022
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