en una oficina idiota,
cuando las sombras no se han despertado todavía,
y el sueño me abre las puertas
de un metro cósmico.
Mis dedos te recuerdan
sobre aquella cama de espuma,
burlando la absurda geometría de la rutina,
bebiendo cerveza y leyendo a Bolaño.
Ya ves, todo y nada
no es más que un sueño
que accidentalmente nos sueña
antes de partir definitivamente
hacia otra nada fantástica.
Ahora, todavía, las horas lentas
de la mañana
me bostezan en la cara, desde está tan sudada
oficina llena de peces
y búhos
que me preguntan por ti.
Y yo no sé qué decir...
Dani T. D. 3/10/2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario