En la ciudad fría
ladran los deseos de la madrugada,
los dioses se exilian,
rezan los ateos,
se congela la pasión,
suspiran los suspiros,
y los besos bajan las escaleras
del olvido.
En la ciudad fría
me escondí unos días con sus noches
del resto del mundo y de mi mismo.
Escribí poemas urgente que tenían tus ojos,
me propuse empezar de nuevo
o empezar a secas.
Pero empezar qué?
Si todo principio como todo final
es una trampa mortal.
Fue entonces cuando me salieron estos versos,
mientras fingía esperarte
en aquella habitación de pensión
tan decadente y romántica,
en un tarde de domingo;
desde la ciudad fría.
Dani T. D. 6/3/2023
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