a veinte mil kilómetros de distancia,
me disuelvo en un lamento envuelto
de papel celofan
convirtiéndome en una estatua de sal
por enésima vez.
Cansado de esperar
prometedores notable futuros
que no paran de memorar
espacios de libertad sin complejos
y banderas de identidad
parásita y de alquitrán.
Cansado de cansarme de nada,
de esta vida,
de esta vida,
de la muerte diariA,
del gastado deseo,
de la siempre
malentendida felicidad,
malentendida felicidad,
de la puta esperanza
que late mí corazón tan desalmado.
Cansado de matarme en cada esquina....
Dani T. D. 14/1/2020
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