El deterioro de la curiosidad
camina hacia futuros
profundamente idiotas,
bordeando las orillas
de la existencia
a través de pantallas planas
proliferando en la puta inteligencia artificial.
Mañana ya será antes de ayer
cuando se aspiraba a vivir sin más,
y el calendario no hacia tantas carreras
hacia la nada más sofisticada,
donde la humanidad parecía
un sueño no tan desechable.
Pero ahora quizás
ya es demasiado tarde.
O tal vez la clave esté en recuperar la
espontaneidad.
Sí, la espontaneidad de vivir,
de sentir, de ser
ante la inercia de una normalidad
cada vez más programada
para que se consuma la vida
como si fuese un serial de Nifliz,
o cualquier otra mierda de esas
que le hacen a uno rentable para el sistema.
Dani T. D. 15/5/2024
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