Pero al fin uno se levanta. Coge aire y se incorpora a la siempre confusa realidad equilibrando así la pegajosa Ley de Gravedad entre las diversas arenas movedizas.
Los pasos hacia los diferentes encuentros del día pesan en el esqueleto, y el caso es que no se sabe porqué razón. El tiempo corre a toda velocidad. La noche pasada a sido un verdadero desafío, subiendo y bajando montañas, atravesando desiertos idiotas, sorteando tormentas hacia el vacío más denso e interminable.
De alguna forma, a pesar de estar uno de píe y encarando el nuevo día, la noche sigue en sus trece escupiendo sangre por las calles. Apretando la garganta para que las palabras que elucubra el alma salgan al fin torcidas y así interferir en las oraciones que van dirigidas a los dioses.
Aunque las condiciones sean adversas, uno ha de plantarse y afilar el sentido de humor más que nunca. Total, uno es provisional, fruto de un azar sin la más mínima importancia, sin el más mínimo sentido.
Como decía el poeta: todo pasa, todo queda.
Y al podrido tiempo, buena cara...
Dani T. D. 19/4/2022
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