mientras se disgregan átomos
en los bolsillos de la realquilada
esperanza.
Cuando todos los ojos
andan ya completamente sordos
por un decorado repintado
de un mundo que se va descosiendo
desde las esquinas del cielo.
Las aceras están a cuarenta de fiebre
y los pollos del Parlamento
se cortan las respectivas cabezas
por enésima vez.
Cuando todos los oídos
corren ya completamente ciegos,
buscando a tientas su propio latido
por la geografía de lo absurdo
más civilizado.
Dani T. D. 5/11/2020
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