me arrastra al abismo
con un interrogante en la solapa,
mientras las calles huelen
a un decadente fin del mundo.
El cadáver que me habita
me invita a un whisky
y a unas palabras rellenas,
mientras ataúdes móviles
cruzan esta tan huérfana ciudad.
El cadáver que me respira
no para de leer poemas
de César Vallejo,
mientras reservo un soneto suyo
para dormir contigo
la noche del fin del mundo.
El cadáver que llevo dentro
tiene el rostro del futuro,
cuando paso a paso
me acerco sin querer
al bello desvarío de esta vida
que ya huele al fin de mundo.
Dani T. D. 20/11/2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario