desiertos que nunca acaban.
Desiertos sin ojos, sin manos,
sin preguntas, sin dudas...
Desiertos que son callejones sin salida.
Callejones sin salida que bloquean
el cerebro y el corazón.
Y todo se confunde:
lo de arriba con lo de abajo,
la derecha con la izquierda,
la verdad con la mentira,
el principio con el final,
el tu con el yo,
con nadie.
Y la vida con la muerte...
Mientras los días son desiertos,
desiertos que nunca acaban:
se van transformando
según sus necesidades,
según el soplo de los vientos,
según los derroteros que trae el azar,
en sus diversos disfraces
según ladre el destino.
Dani T. D. 23/4/2024
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