Dejé la escandalosa ciudad,
me metí en un tren
con la intención de llegar
al fondo de todo.
Luego se interpusieron
una serie de dudas,
pero me cogió meditando
y con unas cuantas cerveza.
O a lo mejor pasó lo de siempre:
ya sabes demasiadas expectativas,
deseos despeinados,
promesas y amores equivocados.
Pero tal vez el oficio de vivir
consista precisamente en eso:
en no saber exactamente
qué se está haciendo.
Para constatar,
al fin y
por enésima vez,
la vital locura
de levantarse cada día
para seguir soñando bien despierto
contra la arrogancia
del propio y evidente vacío.
Dani T. D. 7/2/2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario