Un lunes de junio a Luis Octavio Burlet, le deshauciaron de la realidad en dónde había vivido los últimos cincuenta años. El hombre, de la noche a la mañana, se encontró en la calle con una bolsa de viaje en donde puso todos sus sueños, que estos, en su mayoría, estaban a un paso de caducar.

Desde ese punto, Luis Octavio Burlet lo podia divisar todo: desde el descubrimiento de la agricultura, pasando por las lecciones de Sácrates a la enésima inutilidad política contemporanea en todos sus aspectos. Se dio cuenta de cosas muy evidentes y al fin no entendió nada, como en tantas otras ocasiones.
En aquella pensión olvidada de la Realidad más Oficial, Luis Octavio se acogió al beneficio de esperar una nueva y fresca normalidad que quizás no llegase nunca, pero que sin duda le ayudaba a mantenerse relativamente en activo.
Pero toda espera no deja de ser un estado mental, como el resto de las cosa. Así que Luis Octavio Burlet cambió de estado mental y empezó a imaginar y de paso diseñar una realidad particular, intima, y ¿por qué no?, espectacular. Sin necesidad de estar sujeto a lo que dicta el oficial tambor de el convencionalismo más prospero, inhumano y decadente.
Y a partir de aquí no podemos decir nada más de lo que ha sido de Luis Octavio Burlet. Nos faltan datos. Sólo diremos que ahora lleva una vida absolutamente libre y sana fuera de los parámetros de toda propaganda.
Dani T. D. 16/7/2020
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