A menudo, en las tardes de domingo siente un vacío existencial, y se paraliza por completo. Llegado a este punto, Ignacio no sabe qué hacer, si tirarse a la bebida, leer un libro de María Zambrano que tiene muy buena pinta, masturbarse sin parar ante una peli de Walt Disney o ensayar al fin el suicidio y así sacudir la asquerosa angustía. Al día siguiente es lunes, y la puta oficina le espera otra vez, como un hortera sala de tortura. Otra vez no ha tocado la Primitiva. Claro, que dicen los enterados que el dinero no da la felicidad. ¿Pero a quien le importa la felicidad teniendo el dinero suficiente para no ir a ninguna puta oficina?
Dani T. D. 6/11/2022
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