lunes, 17 de octubre de 2022

ESCAPADAS LUNÁTICAS

     

     En la oficina de un lunes cualquiera, las mesas se llenan de náufragos. Náufragos que han cruzado el mar de la espesa ciudad. Empieza otra semana tecleando un frío ordenador. Por una parte, uno piensa que en el fondo esta a salvo entre las paredes de la oficina. Podría ser peor, siempre puede ser bastante peor. 

 Uno se consuela como puede. Se autoengaña y sueña despierto burlando un destino tan convencional, tan absurdo y tan gris. Vivir, en cierto modo, ya es eso. A la mejor no debería ser eso.

¿Pero como escapar? ¿Y a dónde escapar?

 Quizás la vida ya es una escapada en si misma. Una escapada que a su vez propone escaparse de uno mismo, para ser otro.

  Otro que no va a ninguna oficina. Que se queda en casa leyendo o escribiendo una narración. O que se va de viaje con una pequeña maleta. En la pequeña maleta lleva toda su vida: un libro de Julio Cortázar, un bloc de dibujo, un disco de George Brassens, patalones, camisas, y paraguas. No necesita nada más. En el fondo ni necesita la maleta. No necesita realmente nada. Ni siquiera ese amor que ya no hace sonar el móbil. Pues quizás el amor ya lo lleva dentro del corazón. Ese corazón que también lo ha puesto en la maleta.

  Ya con la maleta con ruedas tras sus pasos, el viajante cruzará países, continentes, mares, desiertos, depresiones, cordilleras algún que otros resfriado, habitaciones de pensión hasta encontrarse en las tierras de su interior.

  Llegado a este punto, el viajante comprovará, una vez más,  que todo empieza y acaba en uno mismo. Y uno mismo a penas existe como las máscaras que pueblan la oficina, las calles, las casas, los pisos, las habitaciones, los coches, las camas, los hospitales, los ministerios, las bibliotecas, los cuartos de baño, los colegios, los parques, los parques temáticos, los talleres, las iglesias, las esquinas, los corazones enamorados, los corazones desesperados, los corazones asqueados, las autopistas, los telediario, las pelis, los teatros, las aceras, los silencios etc...

  Y al fin, un lunes más, el viajante volverá de ningún lugar hacia el rostro imaginado de un aburrido y vacío administrativo disfrazado de sí mismo. Y tal vez empezará a vivir con más autenticidad desde un relato que le va dictando un escritor que se encuentra dentro de él. Concretamente en un barrio residencial entre su páncreas y su corazón, más o menos.


  Dani T. D. 17/10/2022

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