viernes, 6 de agosto de 2021

IDAS Y VENIDAS

   Ojos en el viento alientan los pasos. Un cansancio se va instalando en el cuerpo, en los huesos, en la voz, en el silencio, en las arrugas del pensamiento, en las palabras, en las cosas, en las ropas, en el deseo, ¿en el azar?... 
   El camino ondula, se agita, descansa un poco en un repliegue de la orilla. Hay días llenos de interrogantes, interrogantes de todo tipo, de muchas formas. Interrogantes por todas partes. Momentos que le preguntan a uno a boca jarro: ¿Eh tu, de dónde vienes? ¿Quién eres? ¿A dónde vas? ¿Tienes para un café? ¿Estás vivo o más bien muerto?

   Son las tópicas preguntas, y seguramente las más difíciles de contestar. O sencillamente, son incontestable (como tantas otras preguntas), aunque nos vayamos inventando posibles respuestas a lo largo de nuestra corta vida.

  Durante el descanso, se recuperan fuerzan, se reflexiona, se plantea el de retroceder un poco. Pero eso es imposible. Uno siempre avanza para mal y para bien. Al fin se vuelve a reconocer el misterio que inunda toda la geografía de la vida. Posiblemente sea el misterio la esencia del ejercicio existencial que uno práctica a diario, a su pesar.

  El cansancio no tiene porque ser malo. Puede posibilitar el relajamiento, la reflexión, el sueño y tal vez plantearse otros senderos (aunque en el fondo el camino siempre sea el mismo). El cansancio también forma parte del camino que siempre va a algún lugar, sin duda. Aunque en el fondo lo que importa es caminar, pues en última instancia, a lo mejor el lugar de llegada sea un espejismo. Como tantos otros espejismos que se encuentran, o nos desencuentran. Que esta es otra...


Dani T.D. 6/8/2021 

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