Una tarde con los pies en la cabeza,
el eco luminoso de Roberto Bolaño,
veinte minutos entre las piernas de tus ojos de verano,
la blusa mordida de la fotocopia de la duda.
El tedio del revés en unas páginas de Borges,
el beso evaporado de tres iilustres vagabundos,
el bosque espeso del exilio del sueño,
la música de las cloacas de Sant Bukowsky.
La canchonda esquizofrenia de Sant Agustín,
la falda corta de una luna en un Cadilac solitario,
el ego podrido bajo el sombrero de la autocompasión,
la melodia imborrable del silencio de Leonard.
La ley inquebrantable de los chorizos apuestos,
la religión sagrada de lo ateos más sinceros.
la blasfemia insolentes de los creyetes más aferrimos,
la inquitud más libre de la guitarra de Bob.
La lengua prohibida de la pasión más vaticana,
el camarote espacioso de los cuatro marxistas,
las urnas oxidadas de una aparente democracia,
la memoria de un futuro que siempre naufaga.
La fuerza humana y seductora de Patti
tres quartos de hora imaginativos en el vientre de un segundo,
las ganas de escribir inluso en un derrotado taxi,
la luz más luminosa en la más generosa nada.
La fuerza humana y seductora de Patti
tres quartos de hora imaginativos en el vientre de un segundo,
las ganas de escribir inluso en un derrotado taxi,
la luz más luminosa en la más generosa nada.
Dani Torralba i Devesa, 14/11/2016
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