Vacíos cotidianos,
vacíos meridianos,
vacíos alquilados,
vacíos desesperados.
Me puse a andar una mañana,
crucé desiertos, cordilleras y valles.
Transité por ciudades, aldeas y mares,
hasta el día de hoy:
un viernes vacío y alegre
con su sonrisa torcida
y sus ojos despeinados.
Cansado de nada en especial.
Esperando cualquier cosa o
nada del otro mundo,
que es lo mismo, pero no es igual;
mientras sigo naufragando
por océanos de palabra vacías
como la realidad y el deseo.
Dani T. D. 13/1/2023
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