Con cierta frecuencia la realidad no es la realidad. Vamos, para nada. Pero uno cree vivir dentro de unos parámetros que obedecen y a la vez permiten desarrollar las propias condiciones que le reconocen como persona, o simplemente como un ser que se limita a respirar (aquí hay tema para una docena de ensayos, por lo menos).
Uno aspira a ser su propio ideal de individuo que se persona allí dónde decide ir (suponiendo que toda decisión es el resultado de un gesto totalmente libre, y ¿por qué no? absolutamente esporádico).
Al fin, uno se cree lo que cree que le conviene. Claro, que tarea difícil resulta saber que es lo que le conviene a uno. Porque quizás confunde cada dos por tres la conveniencia con la libertad de movimiento. Y aquí voy a hacer un inciso, pues diversos estudios científicos han señalado que todo movimiento es meramente subjetivo. Y que los cuerpos se limitan a estar en su propia conducción esporádica sin moverse a penas de sus vías de tránsito. Dicho esto, continuo.
También se podría decir que toda realidad no es más que unas coordenadas que al fin y al cabo no dicen nada, o casi nada.. Pues lo que de verdad importa (o no) siempre está más allá de lo que a simple vista damos por hecho que es la realidad. Cualquier realidad, porque de realidades hay muchas, y casi todas o todas, tampoco son reales del todo.
Dani T. D. 6/8/2020
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