arrastran mi fe
de cósmico ateo,
por el nuevo día.
Entre mascarillas
y palabras mordidas
transcurren las horas
de un metal ardiente.
Tiempos raros
como siempre
traen a la memoria
caducas promesas futuras.
Nada nunca
esta resuelto.
Claro, que a lo mejor
no hay nada que resolver.
Y todo
es consecuencia
del terror
al vacío diario.
Pues todo y nada
empieza y acaba
en el cotidiano, bello
y misterioso vació.
Vacío que me llena,
me llena de ilusión.
Ilusión que late
la velocidad
en cualquier trayectoria
hacia la nada
más generosa.
Dani T. D. 7/8/2020
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