cuando mis manos huérfanas te buscan
en la penumbra de este luminoso desierto.
Náufrago de tu deseo,
muero entre tus labios de placer
a veinte mil kilómetros de distancia de ti.
La vida sigue tan absurda como siempre,
el café tiene fiebre
y las horas se llena de agua y papel.
Las leyes idiotas
regulan normalidades absolutamente idiotas,
mientras mis manos
desesperadas escriben
esta oración al cielo
de tu alma divinamente desnuda.
Dani T. D, 12/8/2020
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