domingo, 5 de agosto de 2012

EL LATIDO DE CADA INSTANTE

Descumplí todas las posibles promesas,
naufragué en todas las idiotas tardes de domingo,
besé de memoria a todos los desamores correspondidos,
practiqué el onanismo como buen y
vital desvividor que soy.

Desnudé sin apenas quitarle la ropa
a toda mujer que no me disgustó en exceso,
dinamitando mi destinó
a cada paso equivocado que dí para
abrir todos los caminos posibles hacia el mar.

Aprendí a crecer al revés
para no madurar apresuradamente la lección
que trae todo desconsuelo con sabor alquitrán,
y me divorcié de mi mismo
más de diez mil veces ante un juez de lluvia caducada.

Tuve la fe necesaria para no creer en Dios,
y aprendí del Diablo el abecedario
de la soledad más borracha, apasionada y solitaria,
para al fin burlar el decorado tan ficticio
de este mundo tan absurdamente civilizado.

Ahora sólo me queda el ahora mismo
y todas las posibilidades que me sugiera
el latido de cada instante,
que ya es más de lo esperado.


Dani Torralba, 2012 agosto.

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