A veces cansado de todo y de nada en concreto, parado al fondo de si mismo, no sabe donde ir, no sabe qué hacer. Una tristeza le viste los ojos. Todo le sabe a nada. Y la nada le pesa en los pies, en los huesos, en el silencio, en las palabras que le escupe el pensamiento.
El pensamiento que da vueltas, y vueltas y más vueltas sin ir a ninguna parte. El pensamiento que se autoalimenta con obsesiones varias que siempre acaban por ser las mismo, labrando así, callejones sin salida.
Cada día lo mismo. De lunes a viernes. Se sabe el camino. Tropieza con las mismas caras, los mismos gestos.
Quisiera cambiar. ¿Pero cómo?
Cuando encuentra algún huequecito se sienta sobre su culo con las rodillas cruzada y los ojos cerrados.
Respira. Observa su respiración. Y esta le rebela que todo es una peli que se inventa la mente.
Que se relaje. Que no hay para tanto. Que la vida es un transito, un espejismo, una fiesta de la confusión, un espacio para naufragar con alegría, un momento, un espacio para jugar con el alma...
Aunque a veces ya se sabe...
Lo mejor que se puede hacer es aceptar las tormentas, pasan solas.
Y alimentar la alegría de vivir, a pesar de todo. Y a pesar de nada.
Dani T. D. 21/2/2023
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