No sé cuantos libros leí
mientras te esperaba
en aquel cuarto de hotel.
Te hacías esperar,
sabías perfectamente
que estaba loco por ti.
Cuando al fin aparecías,
empezaban las pícaras miradas,
los besos, las caricias.
Apartábamos la colcha,
tu te ibas al baño
yo me ponía cómodo.
El tiempo se paraba pero valía la pena,
cuando al fin aparecías
empezaba la fiesta.
La cama se convertía en nuestro hogar,
era una estación espacial
hecha exclusivamente para el placer.
Ya dentro de ti,
el mundo y la vida se borraban,
el delirio más amoroso
se confundía con el Big-bang,
o acaso con la creación de una divinidad
algo perversa y con falta de escrúpulos.
Ahora, ya ves, estoy en esta habitación
de nuestro hotel
escribiendo estos versos.
Espero que los dioses te traten
como te mereces,
y quizás nos veamos una noche
de estas.
Dani T. D. 2/8/2022
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