como una tarde que sabe a unos bellos y desnudos ojos,
como un agosto en pleno enero,
como unos versos que resumen toda una vida.
Como la esencia de cada último latido,
como un beso que se escapó del esquinazo que dio una mirada,
como el sueño del primer hombre-mono,
como la idiotez más domesticada y jamás superada.
Como la brutalidad cutre que airean las banderas,
como el décimo deseo desde una enésima derrota,
como la sangre derramada en cada sombra,
como el humor en tiempos de una imbécil corrección paleolítica.
Como la puñalada por la espalda en toda política
como el poder más asqueroso en la supremacía del obispado,
como las disecadas lágrimas de las almas más sensibleras,
como el odio más preciado de los más endebles.
Como la mierda más civilizada de estos tiempos tan horteras,
como la huella más singular de toda única soledad,
como la fiebre dulce de morir que siempre acompaña,
como la absurdidad más evidente de esta existencia.
Dani T. D. 17/12/2020
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