Es la memoria la que me inventa cada día. Me recuerda quien soy y recupero el aliento de mi vida, aunque ésta cada vez me resulte más y más extraña.
Vida y memoria no son lo mismo, aunque a menudo se suelen confundir porque se parecen demasiado. Uno vive a través de la memoria, e incluso se puede decir que uno domestica el futuro a través de la memoria. O más bien cree controlar el futuro. Pues el futuro, como casi todo en este puñetero mundo, es un estado mental.
Gracias a la memoria uno se reinventa a través de los recuerdos. Y los recuerdos son fuente inagotable de nuevas percepciones frente a la realidad que siempre es un estado permanentemente sospechoso. Y todo sospecha, al fin y al cabo, es un estado mental.
Uno, a veces, se planta frente a la memoria. Le sirve una copa y le enciende una nube. A continuación le pregunta qué es todo esto. La memoria después de saborear la nube responde: no te entiendo, ¿qué quieres decir?
Pero un silencio seco y contundente lo pone todo en su sitio (o en un sitio completamente diferente, que también). Luego la memoria se acaba el whisky de un solo trago y la nube de una profunda calada. A continuación me susurra al oído:
-Deja volar la imaginación, pues nada importa demasiado. Vive tal y como sueñas sin preocuparte a preocuparte tanto de todo y nada.
Al día siguiente la memoria me reinventa por enésima vez. Sí, como si fuera un milagro. Que ni mucho menos lo es.
Dani T. D. 13/7/2020
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