Llegados a este punto Francisco, cogió una bolsa de plástico e introdujo los despejos y cenizas de aquella realidad que ya había quedado totalmente absoleta. Luego se puso la chaqueta, cogió las llaves y con la bolsa en un carro (pues ésta pesaba lo suyo) fue a buscar el container de las Realidades Caducadas.
Media hora más tarde Francisco descansaba frente a un televisor encendido pero sin volumen. El hombre esperaba la hora para empezar una nueva realidad, que estaba esperando en la nevera. En ese espacio de tiempo suspendido entre realidades, Francisco se sintió plenamente libre sin necesidad de demostrar nada a nadie, ni tan siquiera a sí mismo. Estaba bien a punto de dar la espalda para siempre a toda realidad convencional y legal.
Total, la realidad más inmediata es una condición adullterada por los sentidos más convenientes que utiliza el poder más invisible y cabrón. Y así proliferar en este gran simulacro llamado civilización que no va a ninguna parte.
Dani T. D. 1/7/2020
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