la geometría de la confusión,
la imaginación más insostenibles,
los anhelos idiotas de toda convicción.
Dioses y costumbres
en el cajón del rencor,
entre la osadía
y el camelo más ingenuo
al profesionalizar
el simple acto de respirar.
El suicidio de toda espontaniedad,
el deseo reprimido que segregan las estadísticas,
un par de desconsuelos con hielo
mientras se espera lo que casi nunca acontece.
Dioses de alquiler
ayudan a sobrevivir
en este tan idiota sobrevivir,
circulando entre epidemias
y simulacros de civilización
desde que se descubrió
la rueda y la agricultura.
Más o menos.
Dani T. D. 13/7/2020
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