Recuerdo aquel día, un 9 de marzo. No se me olvidará. De buena mañana, antes de ir a trabajar, mientras me afeitaba aproveché y me corté la cabeza. Al principio me sentí algo extraño y desubicado. Pero después de tomarme el primer café del día me sentí como nunca antes me había sentido: feliz y absolutamente seguro de mi.
En la oficina me recibieron como un héroe que regresa tras una odisea en metro transitando por el vientre de la ciudad. Después de un hora laborando en mi mesa de trabajo, el seño Torrado, mi jefe, me llamó para que fuera a su despacho. Una vez allí, me anuncio que me ascendía a responsable del departamento de recursos humanos acompañado de una más que generosa subida de sueldo. No me lo podía creer.
Y la cosa no acababa ahí.
Por la tarde, cuando faltaban unos five minuts para esparcir la niebla, recibí un mensaje de una antigua compañera de clase, de cuando iba a la academia par sacarme el título de guionista. Título, por cierto, que al final no conseguí. Me largué antes, pues conseguí entrar en unas grandes oficinas. Sí, es la triste historia de siempre. Uno necesita dinero pa' vivir, o sobrevivir. Que no es lo mismo, pero es igual.
Tarde o temprano, uno acaba comprobando que trabajando uno no se hace rico. Para logra tal objetivo, hay que ser hijo de rico, un criminal profesional o saber invertir en negocios algo fraudulentos.
Pero eso es otra historia.
El caso es que por la tarde al final me reuní con Mati en una terraza. Estaba tan guapa como siempre. Nos sentamos en una mesa. Pedimos una cervezas y nos pusimos al día. Mati se había casado y tres años más tarde se había divorciado. El matrimonio es una estafa y el amor una trola, me decía Mati. El sexo es lo que importa, y aún así acaba siendo otra decepción. No se si me entiendes. Yo afirmaba con la cabeza (y eso que no tenia cabeza).
Aquella tarde, tras no sé cuantas cervezas, acabé en la cama de Mati. Nos amamos como animales civilizados (y no). Ya cerca, del amanecer, Mati se incorporó a un lado de la cama, y encendiendo un cigarrillo me confesó que estaba dentro de un partido político de cierta tendencia conservadora.
-Teóricamente soy de izquierda, tu Santi ya me conoces. Pero estos tiempos son tan revueltos, tan vacíos, tan violentos, tan idiotas.... En fin, no sé porque te estoy diciendo todo esto.
Tenia razón, no sé porqué me contaba aquello. A mi ni fu ni fa. El caso es que mirándole a los ojos no podía creer que al fin Mati y yo...
Pero todo llega a tener una que otra explicación, pues en un momento dado se giró y clavándome los ojos en mis pupilas, me preguntó si estaría interesado en ser líder de su grupo político, pues me veía que podía encajar y darle un impulso para que aquella nueva fuerza política se presentará a las próximas elecciones, y ahora que no tienes cabeza nos irías de fábula, dijo.
Yo no sabia que decir, lo atribuir al efecto de las cervezas que habíamos tomado. Le dije que ya me lo pensaría. Y la besé y nos enrollamos de nuevo, aunque yo estaba muerto de sueño. Y a continuación ingresé en las tierras de Morfeo hasta la siete de la mañana.
Pero como no tenía cabeza, no pensé nada de nada. Y ahora me encuentro liderando un partido político sumamente peligroso pero muy prospero en este mundo tan despeinado y desangrado.
Lo que es la vida...
Dani T. D. 8/10/2023