miércoles, 27 de enero de 2016

RECORDANDO A WITTGENSTEIN

 Interesante propuesta la de Wittgenstein, el genia filosofo y matemático austriaco, cuando escribió algo así como:  Los limites de mi lenguaje son los limites de mi mundo. Da que pensar y da para vivir toda una vida, o varias vidas. Pensamos porque hablamos. A medida que empezamos a hablar inventamos el mundo o lo descubrimos, quizás es lo mismo. Y de paso nos acomádamos al mundo según nuestras necesidades, o no, hay gente para todo. Pero claro ¿Hasta que punto somos conscientes de ello? Cada cual lo sabrá. O no. El mundo es el resultado de nuestro lenguaje, en su (de)fecto, de la realidad. Sin olviddar por ello que la realidad no deja de ser una palabra. Las palabras también van creando consiencia a lo largo de nuestra accidentada y tan breve  vida. Se podria de decir que estamos en este mundo sólo un rato, y en ese rato nos hacemos participes del lenguaje que nos inventa el mundo, que hacemos nuestro. Y de paso nosotros somos parte del mundo, a través del lenguaje que asimilamos a lo largo de la existencia.
  Al fin y al cabo, se podria decir, que todo esto es un juego. Y en todo juego hay que jugar. Claro que hay quien se toma el juego demasiado en serio enventándose reglas, reglas que impone a los demás para hacerse con el mundo pero que él para nada cumple.Como la novela de Julio Verne.
   Ahora en la era de la informática, de las redes sociales y las realidades virtuales, la cosa se complica y todo va más a prisa. Pero en esencia se podria decir que el habla y el lenguaje continua siendo la esencia de todo. ¿O es el silencio? Esa bella música que apenas se oye hoy en dia.
  Sí, de vez en cuando es interesante volver a Wittgenstein.

Dani Torralba, 27/1/2016

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