Uno empieza a escribir, no porque tenga cosas qué decir, sino porque quiere decir cosas. Esto lo he cogido prestado de Cioran, gracias maestro. Cuando se escribe de entrada no se vive, bueno depende. Mejor vivir, pero claro ¿en el fondo qué es vivir? Tal vez uno también se pone a escribir para averiguarlo y, de paso sentirse mejor. Porqué esa es otra, escribo ante todo porque me lo paso bien, lo otro (lo de si recibo premios, si algún día puedo vivir del cuento, si recibo el Nobel o el Malboro, siempre bajo en nicotina, claro) senzillamenta me importa un comino.
Pero claro, como no podía faltar se me presente la paradoja, tan despeinada y sensual como siempre.
¿Escribo o vivo? ¿O es el escribir un vivir acondicionado por su ejecutor (o sea el escribiente)? O ¿No sera vivir una modalidad de escribir? No me medico, soy así.
Tal vez escribir, como casi todo en esta náufraga vida, sea una excusa para pasar el tiempo.
Ah el tiempo, el tiempo, el tiempo. Invención de un espacio entre vacíos que dan cadenas invisible a los latidos que diseña la razón más enloquecida. Pero al fin y al cabo, el que tira es el corazón.
BUMBUM bum Bum bUM....Maquina de sangre, coral enclaustrada dentro de nuestro pecho dónde se gestan nuestras emociones más encendidas, como si fuesen el principal alimento de la gestoría de nuestras emociones, sentimientos y ya de paso razones. De acuerdo, esta la cabeza. Y esta el cerebro, pero en definitiva todo anda un poco mezclado. Todo es un misterio.
El misterio del vivir, del escribir, del gozar, del soñar. Desde cada instante y para siempre. O para nunca. Porque somos parte del universo.
Y el universo no deja de ser un corazón enorme, gigante, que se expande y se contrae. Bum Bum, como una ficción que se realiza y se desborda más allá de sus propios limites, para soñar, sentir tal vez escribir en cada latido de luz que inventa cada milagro de este universo.
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