CADA MAÑANA

Cada mañana
caminito de la oficina
y aguantando la respiración,
me intento suicidar.

Pero nunca lo cosigo,
cada uno tiene sus limitaciones,
cada cúal,
sus más inconfesbles pasiones.

Un vez ya instalado
en mi puesto
de trabajo
empiezo a currar

sin renunciar,
vamos para nada,
a mi condición
de mediocre esclavo.

El sistema sigue
tan idiota como siempre,
nos dejamos engañar
y, sin vesalina, cada día
hasta el fondo
sin duda nos la meten.

Al desfallecer el sol
por las esquinas de la tarde
en mi guarida me recojo
y me tomo una manzanilla.

Me pongo en el cedé
algo de Tom Waits
o de Leonard Cohen
y me planto ante un bloc.

Y dejándome llevar
surgen versos como dardos
para burlar
la tan puta realidad.

El mundo no cambiará,
tampoco lo pretendo
pero al menos
vuelo alto durante un buen rato
en un poema como este.

Dani Torralba, 4 enero de 2013