Experiencias diarias de la nada más inmediata,
esa nada que nos envuelve y nos ciega,
que tal vez somos nosotros
en la urgencia impasible de ser alguién.
Esa nada que tal vez sea un díos,
una exclusiva divinidad atómica
que se va descomponiendo en el trayecto
al acercarse por enesima vez
a ella misma.
Esta nada que despierta
en los desmayos subyacientes
de las horas difusas
que se confunden en cada tejido
espacial dónde desfila
la velocidad de cada massa corporea
al compás del latido
de este universo fugaz.
Esa nada que ya es algo
emitiendo la onda propicia
que genera la danza de la vida
en su expresión
más espontania, exultante
y, com no, mortal..
y, com no, mortal..
Dani Torralba, 16 noviembre, 2015
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