Los días vacíos también son necesarios. Estan hechos para llenarlos, así sin más.
A veces uno se levanta entre nieblas, se viste de si mismo prometiéndose cambiar de destino. A lo mejor es más fácil de lo que uno piensa, porque uno piensa cada cosa... Al fin y al cabo uno reconoce que su principal y única tarea no es otra cosa que vivir, vivir y punto.. Pero vivir no es tarea fácil, o tal vez sea demasiado fácil, quien sabe....
Y mientras, el tiempo pasa cada vez más a prisa. Y uno madura, se asienta en sus costumbres y manias, se cansa, disipa ilusiones, despeja cotidianas frustraciones...Aprende a reir sin más de todo, de nada. Más que nada para no volverse loco, aunque se acabe volviendo inevitablemente un completo desequilibrado.
Uno también tiene sueños, planes, proyectos. Unos se descumplen, otras también, y otros tanto tampoco.
Uno madura.
No, mejor dicho disumula madurar, prestándose diáriamente al vicio de respirar. Pero en el fondo tampoco sabe respirar. Pretende respirar y solo consigue no ahogarse (al menos de golpe). Cuando los días se van por el feregadero mientras uno se lava los dientes. Después se mira durante unos instantes en el espejo. El cristal le devuelve su relejo. Ese reflejo tiene su mismo rostro, pero al revés. Esto da que pensar. Acaso uno nunca llega a ver nada, ni a plena luz del día. Y uno ya enseguida llega a conclusiones. Y tampoco llega a nada del otro mundo.
Por eso a veces los días vacíos no están tan vacíos. Como los días de sol, a veces parecen cerrada noche, una implacable oscuridad, y mientras se va viviendo se va muriendo, y los milagros al fin se encuentran en cada momento.
Hay que respirar plenamente, porque todo es posible. Hay que andar para soñar despierto. El principio es el final, el final es una puerta que da paso a otras e infinitas posibilidades.
Todo esta relacionado, la tristeza puede ser alegre. La alegria se cultiva para florecer. Y a veces para llegar bien lejos no hace falta corre, ni tan siquiera moverse.
Vamos para nada. Sólo hace falta reír y ser consciente de que siempre es ahora. Y a veces ni tan siquiera eso.
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