A menudo me exalta una inesperada y lúcida conciencia. Esta exaltacíón me suele ocurrir mientras estoy tecleando el escéptico ordenador de mi oficina. Entonces, y sólo en entonces, la consciencia me recuerda de que en el fondo sólo soy un esclavo. No sólo soy esclavo en el ámbito laboral. En todo lo demás también soy esclavo. Vivo con una mujer y dos adolescentes (¿o dos monstruos?), también esclavos.
¿Porque realmente vivimos la vida? ¿O es una existencia impuesta desde nuestro nacimiento? No lo sé. Pero aventurarse a responder estas preguntas ya es una apuesta por una vida interesante. Al menos desde mi punto de vista.
Ya, para empezar, uno de entrada curra para él. Pero es mentira. Se trabaja para el sistema. Un sistema, que en el fondo, nadie tiene ni la más PUTA IDEA QUÉ ES. En el trabajo, no siempre me siento igual. En general me siento como un actor que desempeña un papel y lo interpreta lo mejor que puede. Y no me puede quejar, tengo trabajo. Mi vida es estable, o eso parece. Claro, que estable es ideal para los caballos.
En mi vida afectiva no me puedo quejar. Quiero y me siento querido Llevo unos veinte años casado con la misma mujer. Ella se llama Carmen y es muy guapa y muy inteligente. Es escritora de novelas, y vive de ello. Pero a menudo también el matrimonio, aunque sea por lo cívil, es esclavo. Quieres a una persona, porque te sientes bién con ella y te llena, ¿pero hasta que punto eso es verdad, o tiene que ser verdad? Pues en el fondo no sé si el amor es otro invento, uno más, para controlar nuestra esclavitud más existencial..
Lo siento, no me he presentado. Soy Jaime Cruz y soy director de una revista de cosmética. Tengo 45 tacos y no me lo creo. El tiempo, ese estúpido invento, pasa demasiado de prisa. Y uno no es consciente hasta el día que se pone a reflexionar. Y se da cuento de la inútil esclavitud de todo. Hasta el deseo de la felicidad es esclavo. Quizás la mayor esclavitud de todas.
En mi ratos libres, me gusta escuchar a Leonard Cohen y hacer trucos de mágia con las cartas. A veces pienso que vivir es hacer magia. Y la muerte es la puerta a otra dimensión. Tengo dos hijos que recientemente ya han estrenado la adolescencia. La adolescencia es una idiota esclavitud. La sangre enloquece, el sexo se empieza a despertar y, empiezas a experimentar. Luego maduras y te das cuenta de que nunca te has dado cuenta de casi nada. Aparentemente ya es demasiado tarde, pero es MENTIRA. Uno puede reiventarse constantemente hasta el punto de inflexión que nos da, en última instancia la dama de la guadaño. El caso es que todo parece tan complicado...Bueno, de hecho somos nosotros que nos complicamos la vida. Cada uno de nosotros tiene el deber de estar bién consigo mismo. Si uno esta bien consigo mismo, automáticament estará bien con los demás. Ya sé qué és dificil, pues venimos en un mundo que nos educan para ser esclavos. Incluso los que van de libres por estas calles del mundo, no dejan de ser unos esclavos también. Però no se ha de dramatizar. Ni mucho menos.
Sin ir más lejos me considero un esclavo feliz. Bueno, razonablemente feliz. Pues la felizad dura "LO QUE DURAN DOS PECES DE HIELO EN WHISQUI ANDEROKS..." Que lo dice Sabina, y Sabina es todo un maestro. No tanto como Cohen (las comparaciones son odiosas!), pero no esta nada mal. El caso es que me permito vivir con cierta felicidad, y gozo del ejercio que me permite la existencia ese misterioso espacio que hay justo antes de la muerte. Después, a otra cosa mariposa!
DANI. Febrero, 2012
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