Después de una vida algo ajetreada, sentimentalmente hablando, Juan Manuel Ortiz a sus cuarenta y nueve años, decidió casarse consigo mismo. Este gesto bien puediera parecer el resultado de toda una conducta egocéntrica y narcisista, pero no. Todo lo contrario.
El caso es que Juan Manuel, llevaba al menos unos nueve años viviendo completamente sólo en un piso de un barrio céntrico de la ciudad. Esta ciudad puede ser, o no ser, cualquiera. En su soledad Juan Manuel estaba más que encantado. En su soledad no se sentía, vamos para nada, sólo. Incluso el café siempre se lo tomaba sólo, excepto cuando quedaba con algún que otro amigo, que entonces se pedía dos cafés. A Juan Manuel le gustaban mucho las mujeres. Había salido con una veintenta, pero de una en una. Pero llego un dia que notó que tenía que tomar una decisión importante, puesto que su intimidad más íntima le pedía que legalizara su sitació. Así que fué al jusgado y se caso con la persona que más quería: con él mismo. A la boda asistieron sus padres, sus hermanas, sus amigos y sus veinte ex-novias.
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Hay dos mujeres sentadas una frente de la otra hablando muy locuazmente:
Luz: Pues la verdad es que siempre hay qué hacer algo en esta vida
Geraldine: Mi padre siempre decía el talento no existe. Trabaja, trabaja... Matate a trabajar
Luz: Pues sabes que te digo
Geraldine:¿Qué?
Luz: ¡QUE ME CAGO EN TU PADRE!
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Tu dinero nos lo quedamos nosotros, y tu ya puedes matarte a trabajar hasta el !ÚLTIMO SUSPIRO DE TU NECIA EXISTENCIA!
Una vez casado con él mismo, Juan Manuel se fué de viaje de novio al Cairo. En esa ciudad disfrutó como loco visitando las pirámides, viajando en camello y fumando hachis del bueno. De regreso a la cotidaniedad de sus días, empezó su vida matrimonial y se sintió feliz. Había conseguido su bienestar ideal, y su vida, estaba completamente legalizada. Claro que los días empezaron a pasar, y los meses hasta convertirse en diez años y Juan Manuel empezó a ehar en faltar su antigua viida de soltero y puta de taverna. Pero se suponía que tenía una edad y, su otro yo le tenía bien cogido por los tésticulos y los sobácos. Llegados a este punto el prota de esta história con sabor a una desesperación al algo de whisky barato, no sabia qué diablos hacer. Sentía que estaba en un callejón sin salida. Entonces echo mano de las páginas amarillas buscando una salida.Pero nada. Su otro yo empezaba a sospechar algo, no era tonto y encima había estudiado para investigador privado.
¡Vaya mierda de vida!
(Cuento patrocinado por LA INCERTIDUMBRE DEL ESTADO DEL BIENESTAR SS.DD.)
Dani, febrero, 2011
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