“Somos muchos, pero estamos muy mal organizados. No sé cómo nos hemos dejado comer terreno, pero el caso es que lo hemos perdido. Tal vez fue un error emigrar a la ciudad para acabar rodeados de cemento.
Pero no quiero desviarme.
El motivo de mi huelga de hambre es que estoy HARTO. Harto de vivir con miedo, pensando en quién será el próximo en pisarme o, lo que es peor, quién será el siguiente en ignorarme y dejarme a un lado, como esas cacas de perro. Pobres apestadas.
Pero no quiero desviarme.
Creo que es hora de ignorar las sombras, alzar la cabeza y enfrentarnos cara a cara con El Opresor, ese árbol cuyas raíces nos ahogan y cuyas ramas nos impiden ver la luz del sol.
Que sí, que sí, que todos somos hijos de la Naturaleza –y algunos hijos de alguien más, ejem-. Hechos de las mismas partículas, alimentados por la misma Tierra y acariciados por el mismo viento, todos deberíamos poder crecer en paz y sin miedo”.
Nota del traductor: Fragmento de un folleto de autor desconocido. Algunos especialistas lo atribuyen a una brizna de césped crecida en la gran ciudad. Otros, por el contrario, creen que procede de una especie vegetal silvestre que pudo haber llegado a la urbe a principios del siglo XXI. En todo caso, está confirmado que dicha criatura falleció tras mantener una prolongada huelga de hambre, tanto de elementos sólidos como líquidos, dando lugar a una revolución sin precedentes, hoy conocida como “La revolución verde”.
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