domingo, 9 de febrero de 2020

EL ENCANTO DE LA VIDA


    Despertarse  un poco más tarde de lo habitual. Es domingo y hace sol. Es un oasis que detiene el curso normal (por decir algo) de la vida. Tener sólo el deber de pasear, pasear hacia el infinito. Pasear tal vez hasta el último aliento, hasta encontrar  la muerte: esa misteriosa dama que se va bebiendo todos nuestros deseos, sueños, recuerdos y besos de un sólo trago.
  Comprar el periódico en el quisco de la plaza. Sentarse un momento en un banco, y echar un vistazo a la prensa del día. El escenario del mundo sigue igual de confuso y asustado de si mismo, como siempre. Después levantarse para continuar el camino, camino recto hacia el mar dónde yacen todas las preguntas. Preguntas huérfanas flotando entre latas bacía de Coca-Cola, compresas, bolsas de EroskiBravo, falsos tequieros y condones, almas rotas de políticos, autoengaños de mierda en las redes sociales dels collons…
  Y así pasan las horas. Viniendo y yendo día tras día a las playas desnudas del mismo corazón. Un corazón que, como canta el genial Aute, es un coral rojo en la sangre.
Pero el camino sigue, siempre sigue nunca se para. El camino, cualquier camino, en verdad no va a ninguna parte.
Es como nuestras vidas que tampoco van a ninguna parte.
Y ese quizás es el encanto de la vida, 
y también el de la muerte.

Dani T. D. 9/2/2020

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