acarician las palabras
de nadie,
mientras las horas de papel
se escapan de la absurda prisión
de los relojes asesinos.
La vida se aprieta
en los autobuses
camino a la redención más rutinaria,
cuando mi naufragado corazón
no deja de pensar en ti
bien libre y salvaje
entre besos de limón refrescante.
El mundo no deja de girar,
el mundo no sabe a dónde va,
el mundo es ya un gran basurero,
y los autobuses transportan
preguntas y deseos en los huesos
en esta ciudad de los relojes
asesinos.
Dani T. D. 30/5/2023
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