Espero el autobús con Madame Bovary entre las manos. Su lectura me incendia el alma. Son las ocho y veinte de la mañana y el deber más
idiota y laboral me espera. La señora Bovary se aburre y su tendencia a soñar despierta le permite indagar en una nueva pasión más allá de las costumbres establecidas. En eso, el autobús ya llega. Cierro el libro y me preparo para entrar en el rectángulo móvil. Pienso en Enma, ella está más viva que muchos. Ahora mi rostro está ensimismado pensando en estas y otras cosa, entonces mis ojos vuelven al libro, y sus páginas me conducen fuera de este destino mío tan ficticio y mortal, dónde la vida florece con naturalidadMás tarde, ya en la oficina ante un ordenador, me vuelvo a dar cuenta que todo y nada es una tonta confusión vacía y sin sentido. Madame Bovary me espera leyendo fuera sentada en un banco. Seguramente este leyendo estas casuales y traspapeladas lineas.
Dani T. D. 1/10/2020
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