Se habla con frecuencia de nuestra realidad, en muchos aspectos. ¿Pero que hay de nuestras irrealidades cotidianas? Porque también estamos redeados de irrealidad por todas partes. Diria más (bueno, no el Artur), somos la suma de muchas y sofisticas irrealidades que pasan como reales. Aprovamos ciegamente hechos que nos van pasando y les estapamos en el lomo la étiqueta de realidad, confecionando así nuestra existencia. ¿Pero somos reales al cien por cien? ¿Y lo que vivimos, es todo real? De entrada si, ya la salida es otra historia. ¿Quien decide que es real y que no es real? Antiguamente el rey, hoy en día los diveros medios de comunicación y la redes sociales. Si uno no está conectado no existe, así de tajante. Yo, no le creo así, pero... De hecho tengo la mania de cuestionármelo todo. Quizás tenga que ir al médico.
La realidad es importante, pero como cordenada y punto de partida. Uno tiene su realidad, pero ésta está confeccionada a su vez por muchas otras pequeñas realidades e irrealidades. Y en un momento dado, ¿y por qué no?, la realidad se le puede dar la vuelta como un calcetin y convertise INESPERADAMENTE en irrealidad. Irrealidad cotidiana que nos inventa y nos permite vivir con creatividad en su más vital expresión.
De hecho, y en el fondo, uno no está realmente seguro de nada. Tan sólo de que algun día se morira, pero también este inevitable accidente mortal tiene su aspecto irreal. De hecho a veces se plantea (religiones en su totalidad) si hay vida más allá de la muerte. ¿Pero y antes de la muerte? ¿Hay vida? ¿Seguro? Porque claro uno es tan iluso, aunque tenga pelo en las axilas y beba Sant Agustin. Y eso ya sin entrar si verdaderamente existe vida inteligente.
Vida, como realidad, no deja de ser un concepto, ¿Pero uno hasta que punto esa vivo? Sin ir más lejos estas línias constatan de que estoy vivo, pero también en un momento dado puedan indicar todo lo contrario. En el fondo qué importa. Todo es más sencillo. Se trata de jugar hasta el final, porqué quizás el final es un nuevo principio. O no, pues desaparecer para siempre no deja de tener su lado profundament fantástico.
Dani Torralba 22/10/2015
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