Como llevaba más de seis meses seguidos sumergido en un estado de plena felicidad, Luis decidió ir al psicólogo porqué aquello no podía aventurar nada bueno. A demás podía perder el puesto de trabajo, y más de una amistad ya le había amenazado seriamente con no enviarle ningún wuássap más.
Después de una búsqueda exhausta por internet, encontró al fin el psicólogo más adecuado a su problema.
Frente a una doctora en psicología lincenciada por la universitat de Barcino, Luis expuso pacientemente su problema. La profesional, tras escucharle atentamente, le dijo que su caso requería medicación inmediata, y que le mandaba a la consulta de su ex-marido que era un gran psiquiatra (a pesar de ser un gran cabrón como persona, según su ex-mujer). Luis agradeció las indicaciones de aquella doctora y, se encaminó a la consulta del psiquiatra.
Seis meses más tarde Luis ya volvía a ser una persona convencional, con sus rarezas y un par de vicios más o menos inconfesables. Al fin se reconoció un poco depre, insulso, aburrido y razonablemente un ciudadano más.
Por suerte ya no volvió a ser plenamente feliz nunca más. Y al fin su teléfono volvía a estar lleno de mensajes de eléctrica niebla.
Dani T. D. 25/1/2021
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