Ingresando cada día en el espacio que mide el tiempo, como una agitación momentánea que regula la ficción más vital y mortal.
Evocando el mismo personaje para sobrevivir a través de cada paso hacía el destino que simula estar marcado por las estrellas o por algún dios pervertido, mientras se calibra a través del lenguaje cada momento presente que apenas dura nada.
Y al fin, volver a jugar.
A jugar con la incertidumbre que otorga el vértigo de existir, como clave indiscutible para encontrar algo de luz y belleza en este cementerio tan civilizado.
Dani T. D. 27/12/2024
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