Respira hondo. Cambia de punto de vista, ríete de la situación, de ti, de la vida, de todos y concretamente de nada.
Recuerda que eres mortal, y la vida es fugaz. Y en el fondo casi nada, o nada, importa demasiado.
Si el día no sale según lo previsto no les des más vueltas. Siéntate, y respira hondo. Aprovecha para limpiarte bien los zapatos o para leer a Quevedo, por ejemplo.
Vivir es un viaje. Olvídate de la llegada, siente cada instante.
No te obsesiones en ser feliz. No te obsesiones en conseguir riqueza, éxito, amor, un coche nuevo, en llegar a lo más alto que igual te entra vértigo....
No te preocupes tanto en que las cosas salgan como tu quieres.
Respira hondo. Despeináte al compás de las horas oficinistas y aburridas. No te hagas demasiado caso si no tienes el día.
Limpiate bien los morros y la nariz.
Mira qué sol, o mira qué lluvia. Vivir puede ser un milagro a cada instante. Y recuerda que siempre puedes cambiar las cosas de sitio. Y siempre puedes inventarte una nueva vida en una nueva piel.
Ah, y mira a tu alrededor y ensancha tu corazón. Y recuerda siempre que eres mortal.
Dani T. D. 7/3/2022
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