Se acumulan las esperas, los contratiempos, las excusas, las frustraciones, las decepciones, las dudas, las arrugas en el alma, las sombras en la sangre, los bostezos del pensamiento, las huidas a ningún lugar, los cansancios, la nada diaria...
Y la nada pesa, ensucia, desafina, se rie, se deshace en la boca... Se mete entre los dedos, entre los recuerdos. Recuerdos que dan vueltas en la cabeza, una y otra vez, reiventándose en nuevos argumentos, puntos de vista... quién sabe...
Mientras pasan los minutos, los días, los meses, los años. Y cada vez todo pasa más y más de prisa. Y uno piensa por enésima vez ¿A qué tanta prisa? ¿De qué va todo esto? ¿A caso tiene algún sentido?
Lo más probable es que nada tenga sentido. Y quizás sea mejor así. Todo sentido lleva al final un lastre que adquiere cierta pesadez insoportable en los párpados y en ciertas zonas de la inconsciencia más vital.
Quizás la clave sea abandonarse serenamente en el mar suave y libre de la nada más mortal y libre. Sin excusas, sin recuerdos, sin promesas, sin perjuicios, sin complejos, sin cobertura.
Dani T. D. 20/8/2021
ESTE cumple con perfeccion al esquema de composición anular (Ringskomposition). Enhorabuena, la forma es estándar
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