Así que al día siguiente llamó a su amor con el fin de que en vez de prometer amor eterno, éste le prometiese simplemente amor de verdad. Pero él se puso nervioso, no supo qué contestar.
Pasaron cinco minutos subidos a lomos de una gaviota de agua.
Él, al fin reaccionó escapándose por dónde había venido.
Ella lamentó todo aquello. Pero siguió su camino libre y sin demasiadas ataduras.
Dani T.D. 29/11/2018
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