La vida es un viento
que a veces me arrastra muy lejos;
tan lejos que al fin,
cuando regreso,
he de desenredar mi pelo.
El viaje comienza
casi sin quererlo:
una cara discordante,
una voz sangrante,
cualquier detalle puede arrastrarme
a las profundidades.
Allí no hay nadie.
Allí sólo estoy yo
y mis inseguridades,
que entonces se crecen
y se tornan reales.
¿De qué podrías hablar, ignorante?
¿A qué quieres figurar, pedante?
¿A quién podrás amar, secante?
¿Podrás dejar alguna vez de compararte?
¡Que hable el silencio!
Entonces despierto
y un cuerpo cansado,
un cerebro inquieto
y un corazón sediento
me dicen que todo es cierto.
Y entonces esbozo unos pobres versos:
“La vida es un viento
que a veces me arrastra muy lejos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario