Dos manos que rezan abatidas,
una espalda que da la espalda,
una duda que duda de la duda,
y este sol que apuñala unos ojos.
La partida infinita tras la condena,
dos cuerpos disueltos en el placer,
unos labios cansados de escuchar,
el deseo arrugado sobre la mesa.
Un no me acuerdo entre las cenizas,
dos copas vacías sobre el miedo,
una espera despeinada en la estación,
unos besos perdidos en la memoria.
Dani T. D. 14/8/2023
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