Ponerlo todo en cuestión
cada dos por tres
desde la alegría más vital,
y recordar que estamos
aquí de paso,
y recordar que somos
apenas nadie.
Ponerlo todo en cuestión
de dos a cinco
soñando bien despierto
sin miedo al miedo,
a la frustración,
a la soledad,
a la muerte,
a la libertad.
Ponerlo todo en cuestión
empezando por el idiota
que asoma cada mañana
en el espejo,
para vivir sin filtro,
en directo
sin miedo a meter la pata
por enésima vez.
Dani T. 6/8/2023
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