A lo largo del texto, el protagonista va desarrollando sus andanzas por las avenidas de esta vida tan rara y disparatada. Nos va mostrando su manera de pensar y de actuar. No se corta a la hora de dar su parecer sobre las personas, situaciones y cosas. Habrá instantes en que el lector se pueda identificar con el protagonista, como pasa en todo libro bien escrito.
Como toda historia de Landero, sale el tema de la identidad. Aquí se nos pregunta, (pues cada libro suele ser un catalogo de preguntas) si uno realmente es quien es. Pues seguramente, quien más quien menos, todos tenemos algo de impostor. Sin ir más lejos, uno, como tantas no deja de ser una persona. Y precisamente la palabra persona viene del griego y su significado era máscara de actor. O sea, para sonar. Pues las mascaras griegas tenia una gran boca a través de la cual el actor podía proyectar mejor la voz hacia el público presente.
Sí, somos máscaras. Tan solo máscaras en este teatro que es el mundo como dijo aquel genial dramaturgo inglés.
Una gran y, a la vez, sencilla historia. Como todas las novelas del gran Luis Landero.
Dani T. D. 18/5/2022
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