A veces el infierno es muy sutil, tanto que se suele confundir con el cielo, o con cualquier hortera promesa felicidad.
El infierno no deja de ser es un estado anímico como la soledad, que le coge a uno por sorpresa. Transformando el mundo exterior con sensaciones e imagines que, de alguna forma, proceden del interior de uno y que no concuerdan con el decorado del mundo exterior.
Pero la vida casi nunca es coherente. Aunque uno se empeñe en buscar cierta simetría (ya sea espiritual, material, o las dos cosas a la par), y al no lograr esa simetría uno se engaña como todo el mundo, para sobrevivir más que nada.
Pero claro uno, al fin de cuentas, no es todo el mundo. Pues lo más probable es que todo el mundo sea una metáfora que uno se construye para soportar, de alguna forma, su propia existencia.
O su propio infierno.
Dani T. D. 3/4/2021
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